Dos defensas para confiar
sábado, octubre 28, 2006
Por Juanjo Rizo Patrón

- "No puedes dejar que te pasen otra vez así", le dije molesto a Ítalo Sifuentes.
- "No, hermano. Si le pongo el pie fuerte después dicen que soy malero", me respondió.

Este diálogo me preocupó sobremanera, porque antes Italo para mí era una garantía en la defensa, pero en los últimos meses su juego decayó y a veces ya ni iba a jugar al AELU.
Hazme caso, presiónalo un poco y 'Niño Dios' no vuelve a pasar, le retruqué.

Parece que el orgullo herido de Ítalo acuñó el consejo, porque un atrevido quiebre del más pequeño de nuestros delanteros se estrelló contra la humanidad de nuestro defensa. El resultado: 'Niño Dios' no volvió a incomodarlo en todo el partido. Incluso ganamos dos encuentros más.

Pero ¿Qué ocurrió con Ítalo? Al parecer tomó muy en serio haber sido elegido el jugador más fajador de Balón y Pluma, una especie de Panadero Díaz de Pueblo Libre, o algo así como el hermano gemelo del defensa italiano Gentile, que de gentil no tenía nada a la hora de tratar (o maltratar) a los delanteros habilidosos.

Tal vez la vehemencia de Sifuentes a la hora de disputar una pelota lo hacía ir más a las piernas que a la pelota, pero como arquero nunca me percaté de que lo hiciera con mala intención. Lo que sí vi en él fue ese temperamento que nos hace ser distintos a la hora de jugar al fútbol. Esas ganas de no perder nunca, a pesar de estar jugando contra el mejor equipo del orbe.

Creo que Ítalo se equivocó al evaluar esa encuesta. Nosotros no quisimos decirle que perdiera su temperamento, solo tratamos de hacerle ver, entre broma y broma, que tuviera más cuidado a la hora de marcar. Nunca le dijimos que no lo haga nunca más.

El fútbol, señores, es de hombres, pero sin llegar al extremo repudiable de la mala intención. Eso está muy claro. Pero, ojo, Ítalo está muy lejos de ser ese jugador malero con el que nadie quiere jugar. Para mí, cuando no le tiene miedo al que dirán, es una garantía en la defensa, pues sé que va a tratar por todos los medios de evitar el gol contrario. Varias veces hemos celebrado con él triunfos en la que, inclusive, en el papel teníamos el equipo más débil. Y él lo sabe.

"Mira, si yo lo hubiera hecho me criticarían a morir", dijo Adolfo Bazán cuando fue testigo de la tremenda levantada que le pegó Eduardo a Ian, el último sábado 21 de octubre, que incluso fue amonestado con tarjeta roja. Detecté en el comentario de Adolfo cierta desazón. Como si ya lo hubiésemos etiquetado de una fama que, tal vez, no se merece.

Sin embargo, esta etiqueta se la volvió a calzar el solito el sábado 28 de octubre cuando, luego de varios encontronazos con Jair le pusieron la roja directa por irse, además de boca, con el árbitro. Ya todos sabemos que Adolfo tiene un temperamento especial, pero que, bien guiado, es un fiel defensa que no arruga ante los furiosos pelotazos del rival (ojo que no todos tienen esa voluntad).
Quiero aquí, por eso, desde el punto de vista del arquero más batido de Balón y Pluma, revalorar las condiciones tanto de Ítalo como de Adolfo. Para mí son los defensas más cumplidores y corajudos (cuando no se les sube el indio) que cualquier arquero amateur necesitaría en esos ardorosos partidos de fútbol en que la garra es la característica que nunca se extinguirá.
 
posted by Balon y Pluma at 9:18:00 a.m. | Permalink


1 Comments:


At 12:53 a.m., Anonymous Anónimo

Grande juanjo, muy lucidos tus comentarios sobre la pareja tempestad de Balón y Pluma.
Pedro